A los mayores les gustan las cifras.
Cuando se les habla de un nuevo amigo , jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar:
“¿Qué tono tiene su voz?
¿Qué juegos prefiere?
¿Le gusta coleccionar mariposas?”
Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle.”